Ayer mientras llovía harto y después de 40 minutos de estar bajo la lluvia con mi lindo paraguas de colores esperando uno de los tres transportes que me llevarían a casa, en mi cabeza desfilaban decenas de ideas.
Mis otroras yo debatimos si el esperar hasta las 11 de la noche para llamar un servicio de transporte privado era válido para «ahorrarse» ese lapso que se pierde en el traslado a casa.
Gastar o invertir
170 pesos Vs 35. Es tiempo contra dinero o tiempo, horas extraviadas, efectivo práctico…
Tiempo que puede ser empleado para trabajar en algo extra, leer, estudiar, mientras se llega la hora, con ello evitaría el enfermarse por empaparse con la lluvia que cae o las olas que hacen los autos en la vialidad.
Periodo que se pierde para compartir en familia, para organizar el lugar que se cohabita, ordenar la salida de otro día donde hay que agregar una hora antes para no retrasarse y llegar 40 minutos después con el estrés a todo lo que da por esos 100 minutos perdidos, en donde ni leer se puede por venir como res para no perder el equilibrio.
Ellas dicen que vale lo gastado -tiempo y dinero- en aras de ahorrarse el neumólogo u otorrino, los medicamentos que conlleva que se cierren los bronquios, la incipiente gripe, la tos.
¿Y el tiempo para disfrutar de la morada? el chocolate caliente con el que me recibieron en casa después de dos horas de transporte la mojada de zapatos que ya valieron porque se apestarán…
Sigo pensando en esto mientras espero que las medicina hagan lo suyo para que se despejen mis vías respiratorias, el mentol haga lo suyo en mis pies, mientras preparo un té de canela.
#AleskaHadaVerde
Escrito
en 6 septiembre, 2017