Con los ojos llorosos por la risa y aun con el cuerpo agitándose me percaté que desperté y seguía carcajeándome mientras el sueño se diluía y me daba cuenta que estaba soñando; secaba mis ojos pero el recuerdo seguía en mi mente…
…platicaba muy divertida cómo me había ido en la fiesta de mi cumpleaños, reunidos en la mesa mis padres y hermanos, (era justo en el comedor de nuevo México), casi puedo asegurar que era en la parque Naucalli en una de las canchas y como si fuera película rememoraba como si fuera una película de esas donde pronto te encuentras allí…. Preguntaba cómo era que Luis G. había cantado esa noche, lo que entendí es que él había organizado la recepción.
No –contestó mi hermano Adrián– su voz se hizo lejana… en mi mente ya me encontraba allí, parada junto al poste de una canasta de básquet, el alrededor pasto y muchos árboles, los invitados hacían una ele de mi lado izquierdo, a lo lejos venía Luis en vestimenta deportiva, con sus cabellos lacios peinándolos con la mano porque se había quitado su gorra de ‘beis’ –ahora sí Aleska que se arranque la fiesta– en lo que iba a su encuentro un tráiler se acomodaba del lado derecho; venía cargado con sendos molcajetes de piedra negra recién lavados, costales de tomate, cebollas, cilantro, chiles serranos verdes, ajos, sal, cajas con carne.
Después del abrazo le preguntaba divertida –y los molcajetes son para que cada quien haga su salsa o cómo– al momento que soltaba la carcajada.
–Voy a cantar con la banda después de que acabe la comida –contestó–
Otra vez soltaba la risotada y dije sí tengo que verte… de la nada apareció una banda de músicos allí donde estaba el tráiler acomodando los molcajetes… Luis al micrófono entonaba una canción norteña, su voz es baja de esa que endulza el oído. Me encontraba del otro lado de la cancha mientras me dirigía hacia él muy divertida riéndome, a mitad de cancha me detengo y digo: –pero si nos cantas así nos vamos a enamorar de ti…
–Ah! Quieres que cante de verdad pues allí te va –contestó–
se daba la media vuelta y sin un humo como en los show apareció el escenario con un grupo musical comandado por Nelson Terán ataviado en su traje azul así como lo ví en el ÉxitoConcertHall y se arranco con ‘procuro olvidarte’ al ritmo de la banda me jala Luis a abrir pista…
Las parejas se empezaron a formar, sentía las pisada al compás de la música, empezaba a reconocer a la gente que se integraba al baile: mi hijo, mis hermanos, conocidos de diferentes áreas laborales y amigos, me sentía plena, feliz de ver tanta gente, Griselda, Abigail, LuisaFer, Julián que solo inclinaba la cabeza y me veía desde el extremo de la cancha, un par de adultos mayores muy divertidos y que son los papás de un parroquiano.
La pista se nos hacía corta, pasos dobles, salsa en línea, de salón, parecía baile de competencia todos con nuestros mejores pasos, nos deslizábamos de tal forma que pareciera que traíamos patines de ruedas.
A lo lejos escuchaba la voz de mis hermanos describiendo la fiesta y yo reviviéndola. Sentía el cansancio en los pies, quedábamos pocas parejas en la pista, mis hermanos y sus parejas, el par de adultos, Nelson y Luis con los que alternaba. Hacíamos intercambio en cada vuelta; no sé cómo describir en palabras la felicidad, el gozo que en momento que me invadía, es más sonrío tan solo de recordar y escribir; lo divertido que resultaba esquivarnos para no chocar entre nosotros, al zapateo se unió mi sobrina Molky que bailaba con Croquetito y teníamos cuidado de no pisarles.
Canto y baile, yo pedía espacio para respirar, las risotadas me cortaban el aliento, me acercaba a la mesa a tomar agua, en una de esas pausas cuando me reincorporaba a la pista un grupo de chicos empezó a entonar unos párrafos a modo de reggae o sería hip hop ¡qué se yo!, pero hacían referencia a que eran los más atractivos del lugar y se echaban puya contra otro grupo –qué onda con ustedes– preguntaba al momento que Luis se les unía y mis hermanos también, era muy divertido escucharles y verles menear la cadera, hacerme partícipe de sus letrillas, me boté de risa al ver a los invitados imitarles los movimientos, hasta el par de adultos mayores, solo atinaba a aplaudirles al ritmo; eso era un ¡jolgorio pleno!
Me limpiaba las lágrima de tanta risa y así desperté.
Aleska.HadaVerde
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